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lunes, 7 de mayo de 2012

TODOS TENEMOS UNA CANCION

Mi abuelo paterno cantaba tangos en las cantinas de La Boca, él iba de punta en blanco, mucha pinta, pañuelito y sombrero. A pura curda entonaba los tangos y luego en las fiestas se chupaba un tinto y cantaba y yo chiquita bailaba a su alrededor como si la que hubiere tomado fuese yo…que risa me da pensarlo ya que no lo recuerdo…que pena me da no acordarme de su voz, un día se fue, así como un personaje de cuentos y solo me queda una foto. Heriberto Herminio Monteiro era su nombre, mi abuelo cantor.
El amor al tango y un "Naranjo en Flor" me regalaste desde el cielo en un sueño, y yo, como me sale lo canto siempre con vos.
Cuando fui un poco mas grandecita me encontré con la grata sorpresa de que mi viejo era un eximio guitarrista que tocaba de oído, y en cada asado en Junín o donde se diera, el viejo encontraba una guitarra para alzar la voz tranquila un poco ronca y cantarme con dulzura esa Zamba de mi Esperanza., y yo con mis ojitos seguía los dedos en los acordes como si los fuese a aprender así de fácil.
Cuando tuve 10 años tomé la comunión y en la época de hiperinflación un tío gentil me regaló 10 dólares, y así me compré mi primera y única guitarra hermosa. Hoy sigo tocando esas notas que aprendí de oído, pero nunca pude cantar en un escenario, el pánico escénico no me lo permite, solamente pude superarlo con la insolencia de mis 10 años cuando en quinto grado desparramé una milonguita en el escenario escolar repiqueteando mi taquito en la vereda como decía la canción. “Tardecita Criolla” es su nombre.
Mas tarde fue el pop, las medias "can can" rotas, Madonna y Michael, luego llegó el amor de la mano del rock, los Redondos, los Stones…aunque el fleco lo uso recién hoy y siempre canté y canté, cuando estaba llena de amor, cuando me faltaba, cuando te ibas y llegabas y te ibas para siempre una y otra vez canté, cuando la muerte llegó también, te despedí cantando tu canción favorita.
No hace mucho llegó una manada que me hizo descubrir una pasión, y cuando ellos cantaban sobre el escenario yo brillaba detrás  de él , cantaba alguna armonía y los escuchaba a cada uno por separado cada instrumento, cada nota, cada canción,  era una gran ola que venía a empaparnos a todos de buena energía porque la música es amor.
Siempre pequeña, siempre a oscuras, siempre sin público, sigo cantando con mi abuelo y tocando la guitarra con el viejo,  y aunque yo no se si tengo una canción, sigo dedicándote un tema a vos que me amaste y te fuiste o a vos que ahora estás en un lugar mejor, porque todos tenemos una canción que nos recuerda cada momento de nuestras vidas y nos los hace transitar de modo mas llevadero. Cuando parece que todo está perdido y  no conozco a nadie que aunque mas no sea en su mente, vuele a otra parte cantando.

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