Ir a donde no hay nada, sin esperar nada y encontrar todo.
Si está ahí, pedir todo, todo lo que se pueda lograr y más también.
Invadir mundos ajenos con miles de “te quiero”.
Respetar el silencio ajeno ante nuestras palabras pero no callarse.
Tomarse el tiempo para atender al dolor.
No tener tiempo para seguir avivando giles, y menos si es gratis.
Esperar que la tormenta pase, pero caminar bajo la lluvia…
Y salir con paraguas por si llueve.
Patear las piedras por el camino, pero amontonarlas para construir muros que saltar.
Mirar bien que hay del otro lado.
Pasarle por el costado al ego ajeno, por si resulta un gato negro.
Amigarse en los sueños con la noche oscura.
Ver esos ojos entre miles de otros ojos, irradiando esa luz, y reflejarse en ellos.
Tener cuidado con los juegos peligrosos pero atreverse a volver al ruedo.
Acomodar los fichines para saber cuantas vidas tenemos.
Vivir a pleno, desbordar de amor y salir a veces del mundo “cuerdo”.
Perdernos en nebulosas extrañas para saber que debemos volver en algún momento.
Sentir que el mejor momento es hoy, es cuando te encuentres sonriendo.
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